Nunca tan hiriente como en estas semanas la desilusión que subrayara Chesterton con la conocida frase: “He visto la verdad y no tiene sentido”. La verdad a que me refiero alude a los nombramientos y destituciones de cargos que precisan de cualificación y competencia; una vez más y tras las últimas elecciones, remedo de anteriores y similares despropósitos. Gerentes, directores generales y responsables varios de organismos e instituciones que debieran ser ajenas a los avatares políticos, son depuestos y sustituidos sin más razón que el amiguismo, compensación de fidelidades o pago de favores varios.
Roza la abyección esa inveterada costumbre de colocar, al frente de lo que se tercie, a quien no deberá demostrar otra cosa que aptitudes para la sumisión y el acatamiento. Y no podrá negarse que tal vez los depuestos ocuparon las plaza con iguales componendas, pero, ¿acaso esto va a durar por encima de ideologías, proclamas…
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